- ¡Estás loco Jack! ¿En qué estabas pensando? - Dijo Norte
exasperado.
Jack había regresado a su mundo de repente en
apenas un pestañeo. Aun no sabía cómo pero estaba en la fortaleza de Norte
rodeado por los demás guardianes: El conejo de Pascua, el hada de los dientes y
Sandy, el creador de sueños. Ninguno de ellos parecía contento.
- Solo intentaba hacer mi vida un
poco más interesante. - Contestó Jack apoyándose sobre su bastón.- Pero
tranquilo viejo, tengo aquí tu bola mágica. - Metió la mano en el bolsillo y
sacó la esfera, extendió la mano pero cuando Norte fue a cogerla Jack la retiro
rápidamente. - ah, ah, ah, no ¿Qué es esto? No es como las demás.
Norte no contestó.
- Jack devuelve eso ahora mismo.
- Exigió Bunny. - Con lo de hoy ya has tenido emoción para años.
- Oh sí, lo siento pero yo no me
paso la vida pintando huevos en una madriguera.
- Pues tal vez deberías empezar,
eso ha sido una insensatez. - Dijo Bunny claramente molesto.
- ¿Por qué? ¿Qué pasa con esta
cosa, es que nadie va a explicármelo?
- Jack... - Comenzó Norte. - Esto
no es más que un invento fallido. Hace años pensé que habría otros mundos y en
ellos, más niños a los que ayudar... pero me equivoque. - Dijo en tono apenado
bajando la mirada.
- ¡No no te equivocabas! ¡Yo he
estado allí y he encontrado a una niña! ¡Una niña que podía verme! Parecía
triste y asustada...
- No sigas Jack. - Le cortó
Norte. - Olvídate de esa niña no puedes hacer nada por ella. - Hizo una pausa.
- Somos los guardianes de este mundo, no del suyo, ni de ningún otro. Este es
nuestro sitio.
Norte extendió la mano para que le entregara
la esfera pero Jack dudoso miró a su alrededor, tanto Sandy como Hada observaban
la escena resignados.
- Jack... por favor... -. Suplicó
Hada con un hilo de tristeza en su voz.
Jack entregó a Norte la esfera de mala gana.
Se dispuso a irse pero recordó una cosa que debía preguntar.
- ¿Cómo me trajisteis de vuelta?
- Preferiría que no lo supieras.
- Contestó Norte cabizbajo.
<<Me encanta que confiéis tanto en
mi>> Con este pensamiento y sin decir nada más tomó rumbo a su
"hogar". Pensando por el camino en todo lo sucedido: La bola mágica,
el nuevo mundo, la niña, el temor de Norte. No podía dejar de pensar y siguió
pensando una vez en casa. ¿Qué no podemos ayudar a otros niños? ¿Acaso lo ha
intentando? ¿Hay guardianes en los otros mundo? ¿Si esa niña no sabe quien soy
por qué puede verme? ¿Por qué tiene esos extraños poderes? ¿A caso todos en ese
mundo los tienen? ¿Cómo me han traído de vuelta? Siguió pensando en ello hasta
bien entrada la noche hasta que oyó un suave aleteo en la entrada de la cueva.
- ¿Jack? - Dijo suavemente el
Hada de los dientes. - ¿Jack estas ahí?
- ¿Que pasa Hada, hoy no hay
dientes que recoger? - Contestó todavía algo mal humorado asomándose hacia la
entrada.
- Oh no, siempre hay dientes que
recoger. Pero he venido a hablar contigo, creo que es más importante.
- ¡Oh que privilegio!
- Jack por favor escúchame, voy a
contarte algo importante. Algo sobre lo ocurrido hoy y lo ocurrido hace años. -
Jack, algo perplejo invitó a entrar al hada con un simple gesto de cabeza y
ella le siguió hasta el interior de la cueva. - Jack por favor no te tomes a
mal lo que ha pasado hoy, Norte ha
tenido una mala experiencia con esa esfera mágica y no quiere que la historia
se repita.
- ¿Por qué? ¿Qué ha pasado? ¿Y si
da tantos problemas porqué no la destruyo?
- Bueno, supongo que tienen un
enorme valor sentimental para él. Verás Jack, dicen que antes de nosotros hubo
otros guardianes y que tenían la capacidad de viajar entre mundos, pero muchos
de ellos fueron olvidados y dejaron de existir o dicen también que se quedaron
en otros mundos.
- ¿Quién lo dice? - Preguntó
incrédulo.
- ¡Las historias Jack! Lo que te
voy a contar ahora es un secreto ¿vale? Norte no quiere que se sepa pero,
cuando él descubrió que los anteriores guardianes viajaban entre mundos él
quiso hacer lo mismo y para ello creo esferas como esa, muchas, durante muchos
años pero fue un fracaso, no es fácil encontrar un mundo sin saber de su
paradero, pero se dice que cada estrella es un mundo. - Jack escuchaba con
atención. - Entonces un buen día descubrió Arendelle y viajó sin pensárselo dos
veces hasta que se dio cuenta de que se sentía débil porque allí nadie creía en
él, pero cuando quiso regresar el portal de retorno no funcionaba entonces allí
mismo, en ese mundo, tubo que crear algo que lo hiciera regresar. Creó dos
anillos; uno para regresar y otro para invocar.
- ¿Por qué el de invocar?
- Por si a alguno de nosotros se
nos ocurría atravesar el portal tener un modo de traerlo de vuelta. - Hada le
lanzó una mirada burlona -. No lo sé, supongo que por seguridad...
- Ah, ya veo, que precavido. -
Dijo sin poder evitar soltar una pequeña risita. - ¿Y qué pasó cuando regresó?
- Pues cuando regresó nos informó
de lo sucedido haciéndonos prometer que jamás usaríamos el portal, ya que era
demasiado peligroso para nosotros. Pero él no pudo reprimir su curiosidad y ya con
la seguridad de poder regresar visitó Arendelle nuevamente. Pero algo había
cambiado desde la última vez que estuvo. Fue entonces cuando descubrimos que el
tiempo no avanza igual en todos los mundos.
- ¿Qué quieres decir? ¿En
Arendelle el tiempo pasa más deprisa?
- Bueno no conozco todos los
detalles pero me imagino que sí. Yo nunca he atravesado el portal, tengo
demasiado trabajo aquí. El caso es que
allí por segunda vez trató de ayudar a unos niños huérfanos que no tenían nada;
pero por mucho que lo intentara los niños no consiguieron creer en él y no sé
cómo, pero no les traía más que problemas a los pequeños. El día que volvió no
parecía el mismo, estaba pálido y sus ojos sólo reflejaban tristeza, fue unos
días después cuando nos contó lo ocurrido: Los niños habían muerto frente a él
y no pudo hacer nada por salvarles. Había fracasado en su misión. Nunca más
habló de ello, puso esa esfera en la estantería y nunca más volvió a tocarla...
supongo que se había encariñado de esos niños.
Jack guardó silencio un buen rato.
- Pero que él haya fracasado no quiere decir
que todos vallamos a hacerlo ¿Y si yo puedo... y si yo puedo ayudar a esa niña?
Nunca lo sabré si no lo intento.
- No me mal interpretes Jack, no
te estoy pidiendo que te quedes aquí de brazos cruzados, porque te conozco y sé
que no lo harás. Te cuento esto para que entiendas las cosas y tomes las
precauciones necesarias. - Hizo una pausa y extendió su mano cerrada en un
puño. - Pero no me pidas que te acompañe. - Cuando abrió la mano Jack pudo ver
dos anillos de cristal mágico que brillaban como el hielo atravesado por el
sol.
- Hada... - Dijo Jack
estupefacto.
- Prométeme que volverás y que
tendrás cuidado.
- ¡Oh Hada eres la mejor!
Jack abrazó a Hada y comenzó a
girar con ella en brazos.
- ¡Si lo sé! - Exclamó ella entre
risitas todavía en los brazos del joven. Cuando ya la soltó continuó hablando.
- La verdad es que ha sido muy emocionante esto de robar los anillos. - Soltó
una risita eufórica y entrecortada. - Ha sido como coger los dientes ¡solo que
nadie se lo espera!
- Dime que no has dejado dos
monedas.
- ¡No seas tonto Jack! Y cuando
vuelvas cuéntamelo todo. Eso sí, no he podido traerte la bola mágica.
- No te preocupes Hada, de eso ya
me encargo yo.
Los días siguientes transcurrieron con total
normalidad y aunque Jack no había tenido todavía la ocasión de robar la esfera
mágica podría decirse que preparaba el terreno y guardaba los anillos como
sendos tesoros; afortunadamente Norte no había notado su ausencia. Pero no fue
hasta casi unos meses después cuando Jack logró hacerse con la esfera en otro
descuido de Norte. Demasiado ocupado como para prestarle atención, como
siempre.
Esa misma noche Jack atravesó el portal.