Llevaba ya un par de horas intentando que la
reina hiciera algo, o que se relajara al menos, pero lo único que logró fue
llenar el castillo de nieve, romper una columna y destrozar las escaleras.
- ¿Tú no tienes muy claro el
término "relajación" no? - Preguntó el muchacho con cierto sarcasmo.
Elsa lo miró. No sabía si enfadarse con él por
hablarle en ese tono o preocuparse porque sabía que estaba en lo cierto.
- Venga, tan tensa no lograrás
nada, relájate, piensa que es un juego ¡disfrútalo! ¿O tengo que tirarte otra
bola de nieve a la cara? - Dijo con una sonrisa divertida.
- ¡No! No será necesario. - Elsa
cerró los ojos y respiró hondo tratando de concentrarse <<No has de
sentir... hazte con ello.>> Las palabras de su padre resonaban en su
cabeza. <<No has de sentir, no has de sentir... no sientas>>
Abrió los ojos y se concentró en un punto
concreto de la habitación donde pretendía crear una pequeña nevada. Concentró
el poder en la palma de su mano y dejó escapar un rayo de energía que estalló
en mil pedazos con el sonido de un relámpago cuando chocó con el suelo. Una
fuerte ventisca comenzó a girar en la zona donde Elsa había fijado su mirada, pero
el resultado no era el esperado: el suelo se había roto tras el impacto y
estalagmitas de hielo parecían levantar la nube que desencadenaba el vendaval.
<<Bueno>> Pensó Jack. <<Por
lo menos se queda en su sitio>>. El muchacho se frotó la sienes un
instante. Elsa trataba de controlar su creación pero se ponía nerviosa y lo
único que lograba era hacerlo peor, hacía crecer el hielo roto y enfurecía el
viento.
- Elsa, relájate. - Le decía el
muchacho tras de sí. Pero Elsa solo podía prestar atención a la ventisca que
cada vez era más grande, quería controlarla, pero no sabía cómo, se frustraba,
se asustaba, trataba de recordar las enseñanzas de su padre <<No has de
sentir, no has de sentir>>.
Jack trató de llamar su atención un par de
veces más sin éxito. La reina estaba demasiado obcecada en su imposible misión.
Darle un susto ahora que estaba tan concentrada podría ser divertido.
Se acercó
a Elsa lentamente por la espalda y ella ni siquiera parecía recordad que
Jack aun estaba en la habitación. El viento era más fuerte a medida que se
acercaba y movía los mechones de su pelo. Siguió avanzando sigilosamente y
cuando estuvo lo suficientemente cerca se abalanzó sobre ella agarrándole los
brazos.
- ¡Relájate! - Exclamó Jack, un
tanto desesperado ya porque todos sus intentos fueran en vano.
Elsa se sobresaltó al notar el contacto con la
piel del muchacho. Sobresalto que provocó que todo el viento que estaba
soplando exhalase su último aliento en dirección de ambos jóvenes antes de
extinguirse.
Por unos segundos Elsa se sintió tranquila,
relajada y en paz. La estancia, aunque destrozada y con estatuas de hielo abstractas,
estaba tan calmada como ella. Hasta que recordó que alguien la estaba tocando.
Alguien frio como la nieve. Se apartó rápidamente volviéndose hacia él; quería
decirle algo, pero no sabía qué.
- Bueno, eso ha estado mejor. -
Elsa seguía mirándolo con una expresión confusa aunque pasmada. - Lo siento...
- Dijo el muchacho mirándose la mano mientras flexionaba los dedos. Miró a Elsa
de nuevo. - Soy de piel fría.
- No pasa nada. - Consiguió decir
finalmente la reina. - El frio no me molesta.
- Sería un tanto irónico ¿no?
- Si, supongo que sí. -Terminó la
frase con una pequeña carcajada que trató de ocultar, lo cual le hizo gracia al
muchacho, que comenzó a reír después de dedicarle una divertida sonrisa a la
reina. Elsa no puedo evitar reírse entrecortadamente, pues no estaba
acostumbrada a reír y una reina no puede permitirse el lujo de reírse a
carcajadas.
- Mucho mejor cuando sonríes. -
Dijo Jack con una sonrisa mientras cargaba su peso sobre su bastón -. Dime ¿en
qué piensas exactamente cuándo intentas usar tu magia?
- Eh... bueno, yo. - Se apartó un
mechón de cabello de la cara. - Trato de concentrarme en lo que quiero hacer e
intento no sentir. - Al decir esto Jack la miró confuso.
- ¿Cómo es eso de no sentir?
- Pues , eso, no sentir, no tener
emociones que puedan despertar mi poder y que hagan que se descontrole.
- ¿Quieres ser como un golem?
¿Quién te dio esa idea?
- Mi... padre. - Consiguió decir
bajando la mirada.
- ¿Tu padre también tenía
poderes?
- No. Pero mis poderes siempre han
estado, de cierto modo, ligados a mi estado emocional. - Explicó mientras
jugaba intranquila con sus manos. - Cuando era una niña era capaz de
controlarlos, pero desde el incidente que tuve jugando con mi hermana y a
medida que crecí mi poder se hacía más fuerte e incontrolable.
- ¿Viniste hasta aquí para
proteger a tu hermana?
- Si. Para protegerlos a todos
realmente. - Hizo una pausa. - Verás, ayer se celebró mi coronación como reina
de Arendelle pero tuve una pequeña discusión con mi hermana que terminó en
desastre y ahora todo el pueblo sabe que... bueno, que soy un monstruo.
- ¡¿Un monstruo?! - Exclamó Jack
divertido. - El que te haya dicho eso no ha visto muchos. ¿Entonces te has
exiliado de tu propio reino? Curioso... y has construido este castillo tu
solita. ¿Cómo?
- No... no lo sé, estaba muy
asustada al principio pero después pensé que tenía una nueva oportunidad de
tener una vida fuera de palacio. Sin gente de la que ocultarme, sin responsabilidades
reales, siendo yo misma ¡siendo libre! - Hizo una pausa para coger aire. Sin
saber muy bien porque estaba empezando a emocionarse. Sonrió. - Me sentí tan
bien en ese momento.
- Porque no estabas preocupada,
no tenías miedo. Ahora tienes miedo ¿Pero por qué?
- No lo se... - Se miró las manos
-. Siempre he vivido con miedo. Me da miedo que alguien intente encontrarme, me
da miedo que le ocurra algo a mi hermana... me da miedo estar sola.
- Pero ahora no estás sola, me
tienes a mí.
- ¿Por cuánto tiempo? - Se podía
notar la tristeza y la desesperación es sus palabras. Jack la miró un instante
y desvió su vista, no sabía que responder ¿Cuánto tiempo estaría él ahí? No
podía quedarse para siempre. Entonces recordó algo que le había dicho Hada y
metió una mano en el bolsillo buscando algo.
- Toma. - Se acercó a ella y
extendió la mano con uno de los anillos que Hada había robado para él. - Si
algún día me marcho y me necesitas, si piensas en mi y te pones este anillo te
encontraré. - Hizo una pausa y la miró a los ojos -. Te lo prometo.
Elsa titubeó, pero finalmente cogió el anillo.
Lo observó detenidamente, era precioso, claro y trasparente como el hielo. La
luz que en él se reflejaba hacia que cambiara levemente de color. Cerró con
fuerza ambas manos y las acercó al pecho, como si tratara de proteger el anillo.
Como si fuera un tesoro.
- Gracias. - Dijo finalmente la
reina con una sonrisa en el rostro.
Elsa derrochaba gracia y elegancia, pero su
rostro siempre estaba triste, preocupado y sus ojos llenos de miedo. Pero
cuando sonreía su rostro afligido se llenaba de luz y parecía todavía más
bella. Jack llevaba poco tiempo con ella pero enseguida se dio cuenta de que no
estaba acostumbrada a sonreír, por lo que cada vez que el rostro de la reina
dibujaba una sonrisa él trataba de no perder detalle y disfrutar ese momento.
De algún modo sentía que esas sonrisas tenía un poder oculto que le hacía
sentir algo que nunca había sentido.
- Jack, yo... - Apartó la vista
del muchacho -. No quiero ser grosera pero... estoy bastante cansada y...
- No te preocupes. - La
interrumpió -. Me iré a dar una vuelta, tu... - Hizo una pausa -. Digo: vos
descansad, alteza. - Terminó la frase con una reverencia.
Elsa no pudo evitar reírse de nuevo, cubriendo
tímidamente su boca con una de sus finas manos; pues, aunque todo el mundo la
trataba con tales cortesías, era muy consciente de que Jack no era de esas
personas.
El muchacho se despidió y salió de la estancia
por el balcón. El torbellino que protegía el palacio funcionaba a la perfección
y los muros seguían en pie. Jack no pudo evitar sentir lástima por Elsa al ver
aquello, ella creía ser libre ahora, pero lo único que hizo fue cambiar su
jaula por una al aire libre. <<Elsa... Ojalá algún día puedas ser libre
de verdad>>.
No muy lejos de allí Kristoff, Anna y Sven
descansaban en una pequeña gruta. Hacía frío, pero por lo menos el viento no
les azotaba violentamente como si tratara de cortarles en mil pedazos. A
Kristoff le habría gustado encender fuego pero perdió la madera seca, la yesca
y el pedernal con el trineo. Salir en busca de palos secos con ese temporal era
una locura, pero también lo era quedarse ahí quietos esperando que el frío los
consumiera.
Aunque al muchacho no le gustaba que otras
personas se acercaran a Sven, este le cedió su sitio a la princesa para que
pudiera calentarse con el pelaje del reno. Anna se había acurrucado junto a
Sven. Olía mal, pero no le importaba, solo podía pensar en lo mucho que le
dolía el cuerpo y en lo entumecida que estaba por el frio. Quería quitarse una
manopla para ver sus dedos, pero le daba miedo y aparte casi no podía
flexionarlos. Le dolían.
Kristoff no estaba mucho mejor, pero trataba de disimularlo. De todos
modos el joven estaba impresionado por la determinación de la muchacha, pues
aunque era evidente su sufrimiento no se quejó ni una sola vez. Él estaba
sentado frente a Sven y Anna moviendo las manos constante mente para tratar de
calentarlas y no perder del todo la sensibilidad. Miró a la muchacha, cansada y
dolorida, pero que a pesar de ello tuvo que arrastrarla a descansar, pues ella creía
que, tal vez, habría algún lugar donde no soplara el viento y podrían pasar.
Ambos
necesitaban descansar pero Kristoff temía quedarse dormido con tales
temperaturas y no volver a despertarse, al igual que Anna, la cual se habría
quedado dormida de inmediato si no hiciera tanto frío. La princesa no dejaba de
tiritar entre en pelaje de Sven <<Si tuviera el trineo podría haber hecho
una hoguera y dejarle algo de ropa>>. Kristoff se levantó de su sitió y
se acurrucó junto a Anna rodeándola con los brazos.
- Kristoff... - Dijo la princesa
con voz débil. - ¿Que estás haciendo?
- Intento darte calor. Espero que
si salimos de esta no me condenen por tocar a la princesa. - Dijo con tono
burlón.
- No. - Le miró -. No lo harán.
Gracias. - Cerró los ojos y apoyo la cabeza sobre el hombro del muchacho.