Cuando sus labios se separaron pudieron
sentir el aliento del uno en el otro: El de Elsa, cálido como un abrazo, y el
de Jack, fresco como una mañana de invierno. Ambos jóvenes permanecieron
juntos, frete contra frente, sintiendo sus cuerpos, su respiración, sus latidos
acelerados, mientras parecían estudiar esas nuevas sensaciones que acababan de
experimentar por primera vez.
- Lo siento... - murmuró Jack, rompiendo
el silencio que se había creado - Pero si no lo hacía me iba a arrepentir el
resto de mi vida.
Elsa negó con la cabeza y agarró con fuerza la sudadera de Jack, como si
de ese modo no pudiera escapar jamás.
- Qué esto dure lo que tenga que durar
¿Vale? - dijo la reina con tono melancólico y resignado al tiempo que esbozaba
una sonrisa - Yo intentaré disfrutar de cada momento junto a ti, y cuando te
marches, te prometo que haré todo lo posible por ser feliz y pagar mi deuda. Lo
arreglaré todo, ya lo verás.
- No me cabe la menor duda - respondió a
tiempo que acariciaba el rostro de ella y se acercaba para besarla de nuevo.
Pero algo interrumpió el momento. El sonido de la puerta de un ascensor
y unas voces familiares llegaron a oídos de Jack, quien corrió a recuperar su
bastón para acto seguido tomar a Elsa en brazos para salir volando velozmente
por la ventana.
- ¿A dónde vamos? - preguntó la reina
mientras sobrevolaba la ciudad y se fascinaba con el hermoso espectáculo de
luces que había a sus pies.
- Quiero presentarte a alguien.
Poco tardaron en llegar a su destino. Un lugar lúgubre y gris adornado
con árboles, flores, estatuas y lápidas.
Caminaron un rato entre los laberintos de piedra gris y graba hasta que
Jack se detuvo frente a una lápida sencilla con el nombre de "Jamie Bennett".
- Él fue el primer niño que creyó en mí -
explicó Jack sin separar sus ojos de la lápida -. El pequeño Jamie... Dijo que
siempre creería en mí. ¡Y lo hizo! Fui a visitarlo al hospital antes de que
muriera. Me vio al otro lado de la ventana de su habitación... y sonrió. Pude
leer sus labios: dijo mi nombre... Pero no pudo decir más. Su mujer estaba con
él, lo abrazó mientras lloraba, pero Jamie murió con una sonrisa en los labios.
Eso me ayuda a sobrellevarlo.
>> Pensar en toda la gente que he
visto y veré morir siendo guardián es deprimente. Pero si puedo hacer que sean
felices durante su infancia y que mueran con una sonrisa al recordarla me
basta. Así sentiré que he hecho bien mi trabajo.
- Es una horrible y pesada carga -
comentó Elsa apenada ante las palabras de Jack -. Cuando murieron mis padres ni
siquiera tuve valor para salir de mi habitación y abrazar a mi hermana.
- La muerte no es algo fácil de asumir -
respondió con una media sonrisa para tratar de disimular su ojos vidriosos -
¿Un último paseo antes de regresar a Arendelle?
- Vale - dijo a tiempo que asentía con la
cabeza - ¿Me presentarás a los demás guardianes?
- Eh... Creo que es mejor que no. Lo
siento pero son... un poco estrictos y quisquillosos... Y se supone que yo no
debería haber ido a Arendelle...
- Oh, ya veo. Eres un rebelde que se
salta las reglas - comentó con cierta picardía.
- Ah... si, puede decirse que sí.
El muchacho se frotó la cabeza a tiempo que ambos soltaban una pequeña
carcajada.
Amablemente, Jack, ofreció la mano a la reina, quien la aceptó sin
vacilar. La empujó hacia sí y la tomó por la cintura mientras ella se agarraba
al cuello del muchacho, preparándose para volar en cualquier momento.
Surcaron los cielos, sobrevolaron la ciudad, el lago y el pequeño bosque
hasta llegar a una urbe más grande, con un larguísimo puente y una enorme torre
con un inmenso reloj. Jack se detuvo en seco y dejó que Elsa disfrutara de las
maravillosas vistas que sólo Londres podía ofrecer.
- Hacia dónde mi capitana?
Elsa seguía contemplando el paisaje fascinada; Cada rincón le parecía
una oportunidad para descubrir más sobre ese mundo y su "magia".
Finalmente fijó su vista en la imponente torre del reloj.
- ¡Allí! - respondió señalando el torreón
que acompañaba un inmenso palacio de, a sus ojos, un extraño estilo
arquitectónico.
Llegaron a su destino más rápido que un suspiro.
Cuando Jack dejó a Elsa sobre un pequeño espacio transitable en lo alto
de la torre, ésta no pudo evitar retroceder hasta apoyarse en la pared.
- ¿Tanto miedo te dan las alturas? -
comentó el muchacho entre risas mientras flotaba sobre el vacío.
- No. No son las alturas lo que me da
miedo, si no la caída.
- ¡Qué tontería! ¿Cuándo te he dejado yo
caer? A demás, si no te acercas un poco no podrás ver la estrella más famosa de
Londres.
Elsa se acercó curiosa, aunque con cautela. Cuando llegó al bordillo
Jack se acercó a ella y le ofreció una mano para que se sintiera más segura.
Entonces él señaló con su bastón a una pareja de estrellas que brillaban con
intensidad en el cielo.
- La segunda estrella a la derecha ¿La
ves?
- Si - respondió con los ojos iluminados.
- Los cuentos dicen que si vuelas hacia
esa estrella todo recto hacia el amanecer llegas al País de Nunca Jamás, dónde
Peter Pan se lleva a los niños perdidos y allí nunca crecen.
- ¡Vaya! ¿Y tú has estado allí?
- No. Mi juventud es natural. Aunque tras
ver cómo he llegado a Arendelle me hace pensar que tal vez volar no sea el modo
de llegar hasta él... En el caso de que sea real, claro.
- ¿Tú crees que es real?
Jack hizo una pausa pensativo ates de contestar.
- ... No lo sé.
- Yo si lo creo... Después de todo lo que
he visto no tengo motivos para creer lo contrario.
Jack se volvió hacia Elsa y le dedicó una sonrisa.
- Bien dicho, tienes razón: No hay
motivos para no creer.
Tras unos minutos de silencio observando el cielo nocturno, Jack bajó la
cabeza y se acercó a su compañera posando los pies en el suelo, soltó la mano
de Elsa y apoyó su peso sobre el bastón.
- Creo que debería contarte algo.
Ante la expresión seria del muchacho Elsa se temió lo peor, pero dio un
paso al frente y guardó la compostura, obligándose a sí misma a ser fuerte y
sonreír.
- ¿De qué se trata?
- Verás... - guardó silencio unos
segundos tratando de buscar las palabras adecuadas en su mente -. Puede que no
te haya contado toda la verdad... sobre mí... - la reina palideció ante estas
palabras -. Pero si lo hice fue sólo porque no quería asustarte. Por favor,
entiéndelo.
- Tranquilo Jack. Di lo que tengas que
decir.
El joven cogió aire, y con él, valor para confesar todo aquello que se
había guardado por temor al rechazo.
- Yo, mucho antes de ser guardián, era un
humano normal: Vivía con mis padres y mi hermana, tenía a mis amigos, salíamos
a jugar... pero eso fue hace muchos años - hizo una pausa y miró a su
compañera, quien escuchaba atenta su historia -. Un día mi hermana y yo fuimos
a patinar al lago, ese que hay cerca de la cueva donde vivo: En invierno se
congela por completo.
>> El hielo estaba frágil ese día y
mi hermana tenía miedo. "No te preocupes" le dije, "Vamos a
divertirnos". Le prometí que iba a estar bien, que no le pasaría nada...
Ella se salvó, pero cuando logré ponerla en un lugar seguro el hielo se rompió
bajo mis pies.
>> Morí ahogado, o congelado... o
quizás ambas, no lo sé. Pero lo primero que vi al despertar fue la Luna: Ella
me había llamado, y al despertar me convertí en Jack Escarcha - miró a Elsa de
nuevo y no se sorprendió al ver sus ojos vidriosos y expresión de terror -.
Pero desde aquello ya han pasado trescientos ochenta años.
>> Lo siento. Debí habértelo dicho
antes.
Elsa quedó atónita, en completo estado de shock. No tenía palabras, no
sabía que decir. Sus ojos ni siquiera miraban a Jack, estaban perdidos en algún
lugar de su mente, tratando de asimilar todo aquello mientras dos lágrimas
tímidas brotaban de sus ojos y se deslizaban por sus mejillas.
- Estás muerto... - logró decir
finalmente con gran esfuerzo.
- No lo se... Yo no me siento muerto.
Hubo otro minuto de silencio.
- Sospechaba algo parecido - confesó Elsa
-. Pero no quería creer que pudiera ser real...
La reina trató de guardar sus lágrimas, pero fue en vano; Pronto comenzó
a sollozar y a respirar con dificultad. Su cara estaba roja por el esfuerzo.
Jack se acercó a ella y la abrazó con temor a ser rechazado, pero para su
sorpresa, Elsa se aferró a él desesperadamente dejando fluir su llanto una vez
más.
- Lo siento - dijo cuando la reina se
hubo calmado un poco.
- No tienes que disculparte por nada,
Jack.
Elsa fue entonces consciente de lo absurda que resultaba su situación
comparada con la de Jack: Él no sólo había perdido a su familia y amigos,
¡había perdido su vida! Y ahora estaba condenado a ver morir a todas aquellas
personas que podían llegar a importarle. Ella tuvo durante años la posibilidad
de arreglar las cosas, pero nunca encontró el valor para hacerlo, y
probablemente nunca lo había encontrado de no ser por él. <<Han tenido
que pasar años, organizar un desastre, conocer a un extraño y viajar a otro
mundo para darme cuenta de que me he comportado como una estúpida>>.
Pensó para sí misma. <<Tenía la solución a mis problemas al otro lado de
una puerta y nunca hallé el valor para abrirla>>.
Ambos permanecieron unos minutos abrazados, sin decir nada.
- Jack, creo que es hora de regresar
¿Vendrás conmigo?
- Siempre - respondió abrazándola más
fuerte.
- Vaya, vaya. He de admitir que esto no
me lo esperaba.
Una voz profunda los interrumpió. La pareja se separó volviéndose en
dirección al sonido. Jack reconoció al instante la silueta de Bunny, que
parecía tan sorprendido como Elsa al ver al peludo guardián.
- ¡Jack, insensato! ¿¡Se puede saber que
has hecho!?
- ¡Bunny! - exclamó desconcertado - ¿Qué
haces aquí?
- Creo que la pregunta correcta es
"¿Qué hace ella aquí?" - dijo señalando a Elsa con rostro firme y
enfurecido.
Automáticamente la chica retrocedió intimidada por ese extraño conejo
gigante antropomorfo. Jack dio un paso al frente, interponiéndose entre Elsa y
la mirada amenazante que Bunny le
dedicaba.
- No tienes de que preocuparte -
intervino el muchacho con su tono despreocupado y juguetón habitual -. Ya nos
íbamos. Volveré tan rápido que no tendrás tiempo de echarme de menos.
- No Jack, tú no vas a ninguna parte.
Tenemos que hablar, todos, ahora; Te has metido en un buen lio.
Antes de que ninguno de los presentes tuviera tiempo de pestañear, Bunny
lanzó una bola de cristal que abrió un portal mágico al impactar contra el
suelo, justo detrás de Elsa, la cual se desequilibró ante la fuerza
gravitatoria del vórtice y fue absorbida por él. Al ver lo ocurrido, Jack, no vaciló ni un
segundo en seguirla, desapareciendo ambos jóvenes de la vista del conejo. No le
preocupaba, pues sabía bien a dónde los llevaría el portal. Bunny no lo
atravesó y esperó a que se cerrara; Dio unos golpecitos en el suelo con su pata
izquierda y un túnel se abrió como por arte de magia. Prefería viajar a pie.
Elsa había caído al suelo tras atravesar el portal y fue lo primero que
Jack pudo ver. Se inclinó hacia ella y la ayudó a ponerse en pie para a
continuación inspeccionar el terreno; Aunque bastó una leve mirada para saber
dónde se encontraba: Techo alto, gran salón iluminado, juguetes y yetis, mucho
yetis. Le miraban con una mezcla de frustración y pena. Notó una presencia tras
de sí; Sabía muy bien de quien se trataba y no le apetecía tener que dar
explicaciones en ese momento, pero estaba acorralado y debía hacerlo tarde o
temprano, por lo que se giró sin pensárselo demasiado.
Norte estaba ahí: serio, imponente y con los brazos cruzados. Lo
acompañaban Sandy, quien tampoco parecía demasiado contento y Toothiana, quien
tenía una clara expresión de pena y decepción. No tardó en abrirse un túnel
subterráneo del que emergió Bunny; Los cinco guardianes estaban reunidos de
nuevo.
Jack agarró a Elsa atrayéndola hacia sí en un intento vano por protegerla.
- Jack... - comenzó Norte.
- ¡Puedo explicarlo! - interrumpió el
muchacho.
- Creo que no hay nada que explicar. Has desobedecido,
has traicionado nuestra confianza - se giró para ver a Toothiana -, ¡y tú le
has ayudado! ¿¡En qué estabais pensando!?
- No metas a Hada en esto Norte -
defendió Jack a su amiga.
- No lo necesito, se ha metido ella sola.
Me habéis decepcionado.
- Yo también estoy decepcionado - añadió
el joven guardián -. Podías haberme dicho que era esa esfera mágica y por qué
es tan peligrosa, pero como de costumbre no me dijiste nada y tuve que
enterarme por mi cuenta o por terceras personas. ¡¿Por qué no confías en mí?!
- ¡¿Cómo pretendes que lo haga cuando
tienes a una persona de otro mundo a tu lado Jack?! Lo único que tenías que
hacer era mantenerte alejado de la esfera, y no pudiste hacerlo.
- Tengo entendido que tú tampoco pudiste
en su momento.
Toothiana se había llevó las manos a la boca para ahogar un grito ante
la respuesta de su amigo. Norte frunció más el ceño y por un momento pareció a
punto de estallar, pero increíblemente se relajó y tomó aire.
- Jack, entiende que sólo intentaba
protegerte.
- Pero estoy bien, no hay de qué
preocuparse. Volveremos a Arendelle, Elsa lo arreglará todo y yo volveré cuanto
antes.
- No Jack, las cosas no se van a
arreglar, porque no pertenecemos a ese mundo -insistió Norte -, lo único que
podemos lograr es entorpecerlo todo si nos entrometemos, y tú ya te has
entrometido demasiado.
- ¡Eso no es cierto! - exclamó la reina
para sorpresa de todos. La mirada de todos los presentes se posaron sobre ella,
como en el día de su coronación. Se sintió intimidada, pero logró encontrar
valor para seguir ablando -. Eso no es cierto. De no ser por Jack yo todavía
seguiría huyendo. De no ser por él yo probablemente no estaría viva y jamás
habría encontrado valor para arreglar todo aquello que hice mal durante años. Así que no digáis que Jack nunca debió venir a
Arendelle, porque de no ser así yo nunca habría tenido fuerzas para seguir
adelante y nunca habría recordado lo que es ser feliz. No se quienes sois, y
vosotros tampoco me conocéis, pero le debo más a Jack de lo que podéis
imaginar.
Tras las estas palabras hubo un breve silencio y un intercambio de
miradas.
Bunny fue el primero en hablar.
- Tal y como ha dicho Norte, te has involucrado demasiado -dijo
dirigiéndose a Jack.
El muchacho quiso contestar, pero un sonido similar a un reloj de arena
captó su atención. Volvió su vista y vio a Sandy formando siluetas sobre su
cabeza con arena dorada: La figura de Elsa, un ojo, Jack y un interrogante.
- ¿Qué por qué puede verme? - preguntó
señalando a su compañera.
Sandy asintió.
- Porque es la niña de la ventana de la
que os hablé. Nunca dejó de creer en mí.
- Mira Jack, todo esto es muy conmovedor,
de verdad - comentó Bunny -, pero te considero lo suficientemente maduro como
para entender la gravedad del asunto: No debemos intervenir en hechos pasados
ni en otros mundos.
>> Dame la esfera, por favor.
- No.
Pero de nada sirvió la negativa del muchacho, pues sin que él lo notara
la arena dorada de Sandy se la arrebató del bolsillo para entregársela a Norte.
Jack dedicó una mirada de odio al guardián dorado, el cual bajó su
rostro con resignación. Miró a Norte, quien ya tenía la esfera mágica entre sus
manos.
- Por favor... no lo hagas - suplicó el
muchacho con un hilo de voz.
- Lo siento Jack.
Tras estas palabras Norte hizo estallar la bola justo al lado de la
reina. Jack la sujetaba con fuerza para que no fuera absorbida por el vórtice,
pero Bunny, veloz como un rallo, golpeó al muchacho separándolo de la joven y
empujando a ésta a su vez hacia el portal. Tanto Toothiana como Jack se
lanzaron volando hacia el vórtice antes de que se cerrara, pero unos yetis se
interpusieron en su camino agarrándolos con fuerza, soportando tirones, gritos
insultos y maldiciones por parte de los guardianes.
Sólo los soltaron cuando el portan se cerró y Norte guardó la bola
mágica al volver a sus manos. Toothiana posó los pies en el suelo y se inclinó
para abrazar a Jack, quien había caído de rodillas y sin fuerzas en cuanto lo
soltaron. El hada fue consciente
entonces de que el cuerpo de su amigo temblaba bajo sus brazos.