sábado, 8 de noviembre de 2014

Capítulo 9: La clave es la diversión

 Quedó en silencio después de escuchar esas palabras tratando de dominar su llanto. Se había prometido a si misma ser fuerte para arreglarlo todo, y llorar no iba a arreglar nada.
- Puedes llorar si te hace sentir mejor... - Continuó Jack. - Pero no te eches atrás, por favor.
- No quiero llorar...
- A veces es más una necesidad. No es nada malo, llorar no te hace débil. - Explicó.
- Pero llevo llorando toda mi vida. Quiero que eso cambie, quiero sonreír y ser feliz.
- Entonces sonríe y se feliz, pero no dudes en llorar cuando estés triste. Enterrar las emociones nunca es el resultado, si existen en por algo. El que nunca ha sentido tristeza o soledad no sabrá valorar la alegría y la compañía de sus seres queridos. Por eso estoy seguro de que sonreirás y serás feliz... y a mí me gustaría estar ahí para verte sonreír.
 Al oír eso, Elsa tuvo una extraña sensación en el pecho, como si algo cálido naciera en él e invadiera su cuerpo. De nuevo tuvo ganas de llorar, pero no sabía porque, no estaba triste.
 Siguieron abrazados un rato más sin decir nada mientras Elsa se secaba las lágrimas.
- Jack... ¿Cómo está la gente en Arendelle?
- Asustada, alguna furiosa y otra simplemente con frio.
- ¿Y mi hermana?
- A salvo, está de nuevo en Arendelle, un chico la llevó de vuelta a palacio.
- Me alegra oír eso. Jack, tengo miedo ¿Y si no puedo...?
- No. - La interrumpió Jack -. No pienses en eso. Podrás hacerlo, lo sé.
- ¿Cómo estás tan seguro?
- Porque he conocido a mucha gente Elsa, y en ti he visto algo especial. Veo en ti una persona que vale la pena. - Dijo abrazándola con firmeza. - Así que no dudes más de ti misma.
 Al decir esto los ojos de Elsa se inundaron nuevamente de lágrimas, agachó la cabeza y ambos permanecieron en silencio un largo rato.
 Nada raro pasó, ni ventiscas, ni hielo indeseado ni nieve volviéndose loca. A Jack le pareció buena señal. Se puso en pie apoyándose en su bastón y le tendió una mano a Elsa para ayudarla a levantarse. Una vez frente a frente la miró a los ojos y limpió con su pulgar una lágrima que aun le estaba cayendo por la mejilla. Ella sonrió tímida y apartó la vista. Jack le devolvió la sonrisa.
- Termina de comer anda. Estaré fuera si me necesitas. - Se dirigió a la puerta, pero antes de salir la miró de nuevo y añadió -. Por cierto, te queda bien el pelo suelto.
 Jack salió del palacio y comenzó a juguetear con la nieve. Primero trazando dibujos y formas con su bastón, luego creando espirales que subían y bajaban al ritmo que Jack les ordenaba. Finalmente decidió probar algo más arriesgado.
  Jack había observado que en algunos lugares se levantaban estatuas y monumentos en honor de un monarca. Elsa era reina, y ese era su nuevo castillo, pero solo era eso, un castillo.
 Se posicionó en el lugar que creyó adecuado y comenzó a crear una gran escultura de hielo con la forma de Elsa. Su trenza, su corpiño su falda... no era ningún artista, pero lo hizo lo mejor que sabía para que pareciera digno de la realeza. Finalmente creó una base de más o menos un metro de altura para elevarla un poco. Una estructura helada de unos tres metros y medio que representaba a Elsa con pose noble y semblante sereno.
 La reina observaba perpleja la escena desde las puertas del palacio. Jack no se había percatado de su presencia, así que avanzó y bajó lentamente las escaleras, siguió avanzando y se puso a su lado, pero Jack parecía demasiado concentrado observando su escultura, como buscando algún defecto o algo que modificar.
 Elsa también observó la escultura. Estaba muy lograda. Era más pequeña que su palacio, pero estaba perfectamente detallada y el hielo parecía fino y delicado. A su lado, el palacio parecía tosco e incompleto.
- Que bonito. - Dijo finalmente con voz tranquila. Jack se sobresaltó, estaba justo a su lado y no se había dado cuenta. Elsa sonrió.
- ¡Elsa, que susto me has dado! - La vio sonreír. Ya se había hecho la trenza de nuevo. - ¿Te gusta?
- ... mmm... si. - Dijo no demasiado convencida.
- ¿Excesivo?
- Un poco - Asintió con la cabeza -, pero está bien, el patio estaba muy soso. - Guardó silencio durante un rato -. Oye Jack... he estado pensando. ¿Tú podrías descongelar Arendelle por mi? Ya te debo demasiado pero... no soporto la idea de... de que otros lo estén pasando mal por mi culpa y... si pudieras al menos hacer que fuera un poco más cálido... - Dijo frotándose las manos intranquila.
- ¡¿Quién yo?! No, majestad. Yo soy el espíritu del invierno, no puedo descongelar las cosas, solo congelarlas más: Yo le arruino la colada a las amas de casa, le enfrió los mocos y la nariz a los niños, le levanto la falda a las colegialas e inicio guerras de bolas de nieve, pero no descongelo cosas. De descongelar se encarga el Sol. Lo siento. - La tomó de las manos para que dejara de frotárselas, pero ella en seguida se soltó. Jack suspiró -. Y no te preocupes, no me debes nada. La gente en Arendelle está bien, solo algo asustada; el tío ese de las patillas largas parece tenerlo todo bajo control.
 En la respuesta de Jack hubo varias cosas que desconcertaron un poco a Elsa, entre ellas la parte de levantarle las faldas a las colegialas, pero más todavía lo del hombre de largas patillas.
- ¿Ese hombre de patillas...?
- Creo que es el novio de tu hermana o algo así. - Continuó él.
<<Anna... ¿Cómo se te ocurre poner al mando a un completo desconocido?>>. Miró hacia Jack. <<Aunque yo tampoco le conozco desde hace mucho... pero siento que puedo confiar en él>>. En cierto modo se sentía feliz de poder comprender, aunque solo fuera un poco, a su hermana. Miró hacia el cielo, cubierto por las nubes, pero claro gracias al sol que se ocultaba tras ellas, deseando que Anna estuviera bien.
 Miró a Jack de nuevo, que se había alejado y jugaba con la nieve. Se notaba que era un chico inquieto. La cara del joven tenía la marca de su mano, todavía roja, y esto la hizo sentir culpable. Jack solo trataba de gastarle una broma para hacerla reír, no sabía nada y ella le golpeo. Le debía una disculpa y una explicación.
 Se acercó a él.
- Jack... El golpe que te di antes... Lo siento. - Bajó la mirada. El chico sonrió.
- Me alegra que te disculpes, es un buen avance. No todo el mundo tiene el valor de pedir disculpas. Yo... siento haberte hecho enfadar, nunca he tratado con gente de la realeza.
- No seas tonto, no quiero que me trates como a una soberana. No tu, no aquí. Y si realmente pensáis tratarme como tal, os ordeno ahora mismo que me tratéis como a un igual. - Dijo con tono autoritario y la cabeza bien alta. Por un momento Jack no la reconoció, parecía tan segura de sí misma y fuerte en ese momento... Hubo un breve silencio -. Una vez cuando era niña, - comenzó a explicar cambiando su expresión - mi hermana vino a despertarme como muchas otras veces y fuimos al gran salón del palacio a jugar. Anna sabía lo de mis poderes. Yo solía congelar el suelo y le enseñaba a patinar, pero lo que más le gustaba era hacer muñecos de nieve, Anna solía llamarle a todos Olaf. - Se rió tímidamente -. Pero esa noche mientras jugábamos golpee a Anna con mi magia en la cabeza y... - Su expresión se tornó sombría -. Estaba muy asustada, creí que iba a morir y me descontrolé. Tenía muchísimo miedo, una parte de su pelo se volvió blanca... No era la primera vez que tenía algún accidente con mi magia, pero nunca tan grave como eso. - El viento comenzó a girar a su alrededor levantando la nieve -. Después de unos días se recuperó pero no recordaba lo ocurrido, no recordaba nada sobre mis poderes. Mis padres decidieron que sería mejor así, que debía ocultar mis poderes, pero cada vez se hacía más difícil. A mí me daba mucho miedo acercarme a Anna, mi padre no dejaba de repetirme que era un peligro y que Anna casi moría por mi culpa, así que, sin quererlo, empecé a alejarme de ella. Pero mi poder crecía y mi padre se daba cuenta de ello; algunas personas del servicio empezaban a pensar que algo extraño ocurría. Mi padre despidió a buena parte del servicio y ordenó cerrar las puertas de palacio, tanto Anna como yo teníamos prohibido salir... y yo empecé a tener prohibido salir de mi propia habitación... - Sus ojos empezaban a humedecerse. Quiso seguir hablando, pero sintió que le faltaba el aire. Jack ignorando por completo el viento que soplaba al rededor de la reina se acercó y la tomó de las manos. Esto pareció calmarla un poco y para sorpresa de Jack ella le apretó las manos con fuerza mientras bajaba la cabeza para intentar contener las lágrimas y tranquilizarse.
- ¿Qué te gusta hacer? - Preguntó de repente Jack.
- ¿Qué? - Dijo Elsa confundida.
- ¿Qué te gusta hacer? ¿Qué haces para pasar el rato?
- Oh... - Se frotó un ojo para secarse las lágrimas -. Pues me gusta leer y... jugar al ajedrez. Aunque solía jugar sola, por estúpido que suene. 
- Bueno, no soy un experto en ajedrez pero...  - Se alejó levitando hacia un saliente despejado a otro nivel, montaña abajo. Elsa lo siguió con curiosidad, pero incapaz de bajar por la pendiente se quedó observando cerca del bordillo. Jack clavó su bastón en el suelo y mágicamente comenzó a formarse un tablero de ajedrez gigante bajo sus pies, con casillas de hielo fino y trasparente y hielo tosco y oscurecido. Elsa se sorprendió ante el espectáculo y la creación, pero enseguida se dio cuenta de algo.
- Falta una fila. - Comentó alzando la voz desde lo alto para que la escuchara.
- ¿Qué? - Preguntó Jack mientras se elevaba para escucharla mejor.
- Que falta una fila. Son ocho y ocho. - Explico sonriente.
- Oh, bueno. No hay problema. - Apuntó con su bastón en dirección al tablero y en seguida se formó una fila más. - Ya te dije que no soy un experto. Ven. - Dijo estrechándole la mano. Elsa no parecía muy convencida. - Venga, no va a pasar nada, nunca te dejaría caer. Confía en mí.
 Elsa tomó su mano con cautela y este la ayudó a ponerse en pie. Después Jack la agarró por el brazo y se acercó más a ella para pasarlo por detrás de su cuello. Elsa estaba tensa, parecía algo incomoda, pero en cuanto Jack la cogió en brazos gritó y se agarró fuertemente a él cerrando los ojos.
 Jack comenzó a elevarse más entre risas, pero no demasiado rápido para evitar asustar a Elsa lo menos posible. Cuando consideró que la vista era lo suficientemente buena se dirigió a Elsa.
- Abre los ojos.
 Después de unos segundos, Elsa abrió los ojos y apartó su cabeza del pecho de Jack. La vista la dejó sin respiración. El Sol que se ocultaba tras las nubes, las hacía más claras y hacía brillar la nieve con una belleza especial. El mar, totalmente congelado desviaba la luz cobrando un resplandor que hacía que ese lugar pareciera mágico.
 De pronto fijó su vista en Arendelle. Parecía tan pequeño desde ahí arriba... y blanco. Pero no se permitió el lujo de ponerse triste otra vez. Miró a Jack y pensó que habían sido suficientes lágrimas por hoy. Volvió a mirar el horizonte y disfrutó de la vista hasta que Jack decidió bajar y la puso sobre el tablero de ajedrez.
- ¿Blancas o negras mi reina?
- ¿Mi reina? - Soltó una carcajada que trató disimular cubriendo su boca con la mano -. Ni siquiera hay fichas.
- Bueno... - se llevó las manos a la nuca y abrió los brazos -. Yo ya he hecho el tablero ¿No querrás que haga todo el trabajo no?
 Elsa enseguida entendió los deseos de Jack.
 Cogió aire y trató de concentrarse. <<No>>, se dijo a si misma <<No hay necesidad de concentrarse, solo tengo que desearlo para que se haga real>>. Así pues se imaginó unas preciosas fichas de ajedrez ¡Tal y como había hecho cuando quiso hacer su castillo! Extendió el brazo en la dirección deseada y comenzó a elevarlo lentamente. Entonces, justo en el centro de cada casilla comenzaron a formarse distintas figuras de hielo de grandes proporciones: peones, alfiles, torres... Se giró rápidamente e hizo lo mismo en el otro lado, quedando un enorme tablero de ajedrez de hielo cristalino con sus fichas perfectamente colocadas.
 Jack, que se había sentado en el aire sobre su bastón para observar el espectáculo, comenzó a aplaudir mientras descendía para colocarse al lado de Elsa.
- ¡Muy bien! Vaya... veo que soy un gran profesor. - Dijo en tono bromista mientras estiraba los brazos. - Buen trabajo. - Sonrió y dio un paso al frente en dirección a una de las formaciones de fichas. - Pero le falta algo.
 Jack abrió su mano y sopló delicadamente sobre su palma. De ella surgió mágicamente un polvo blanquecino, escarcha, que se pegó a la superficie de las figuras de hielo oscureciéndolas y volviéndolas opacas. Miró a Elsa sonriente para después, con un enorme salto, montar sobre la ficha del caballo.

- Las damas mueven primero.

2 comentarios:

  1. wow estuvo genial el capitulo sigue asi :)

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  2. Adore el capitulo.Me encanta como la relación va avanzando :3
    Creo que poco a poco Jack y Elsa van tomando confianza :)
    Saludos y espero el próximo ;)

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