sábado, 30 de abril de 2016

Capítulo 19: Sombra

  Hans había regresado a palacio. Anna lo sabía y se dirigía con pasos firmes a la sala de reuniones dónde pasaba los días. Llevaba los puños apretados. Tanto que se hacía daño. Pero la ira que le recorría las venas en ese momento no le permitía ser consciente de ello. En una de sus manos se encontraba la carta que estaba a punto de cambiar su vida (de nuevo).
La pesada puerta de la estancia se abrió de forma abrupta. Todos los presentes se giraron de inmediato, sorprendiéndose al ver una Anna con un porte y una determinación nunca antes vista.
- Fuera – dijo seriamente la princesa. Sus palabras parecían cortar el aire como cuchillas de hielo -. Quiero hablar con mi marido.
  Los soldados y altos cargos allí reunidos se retiraron de inmediato, dejando al príncipe Hans con expresión de incredulidad ante su esposa.
- Anna, querida, ¿qué ocurre? - preguntó al tiempo que se acercaba a la princesa con intención de tomar sus manos, pero ella lo apartó bruscamente con un manotazo.
- No te me acerques.
  Hans estaba demasiado confuso como para decir nada. La situación simplemente escapaba a su entendimiento.
- ¡Esto! - exclamó Anna con ira en sus ojos mientras le mostraba la carta - ¡Esto es todo lo que buscabas, no?
   El rostro del muchacho se volvió pálido al reconocer el papel que le mostraba su esposa.
- No es lo que crees... -comenzó a defenderse. Pero Anna lo interrumpió.
- ¿No es lo que creo? “Hazte con Arendelle”, “Mata a la reina si es necesario”. Dime Hans ¿qué he mal interpretado?
- Por favor Anna, deja que me explique, eso es lo que quieren mis hermanos, no lo que quiero yo.
- Pero estás aquí, casado conmigo, ¡gobernando Arendelle! Sin Elsa molestando. Dime una cosa ¿me quitarás del medio a mi también cuando sea un estorbo? ¿O ya lo estás planeando?
- ¡No digas tonterías Anna! Puede que llegara a Arendelle con dichas intenciones pero todo cambió en cuanto te conocí. ¡Me da igual la corona!
- ¿Cómo puedo creerte?
- Anna. Lo juro por mi honor, créeme: Daría mi vida por ti si fuera necesario. Lo último que quiero es herirte: Te amo.
   La última frase fue como un puñal.
- Ya lo has hecho Hans. Ya es tarde – respondió fríamente la princesa -. He informado al capitán de la guardia de tus intenciones, ha leído la carta. No tardarán en ir a por ti – hizo una pausa para mantener la compostura y evitar que se notara lo mucho que le dolía esa situación -. Vete.
- Anna...
- ¡¡Vete!! ¡Aléjate de mí!
   El rostro de Hans cambió: Se volvió serio, pero sus ojos denotaban una projunda tristeza y dolor interior.
- Cogeré mis cosas y me iré.
- Ya he mandado empaquetar tus cosas. Un cochero te espera en la entrada de las cocinas.
   Hans hizo una reverencia.
- Majestad.
   Miró fijamente durante unos segundos a la mujer que había cambiado su vida y le había brindado felicidad para luego abandonar la estancia con paso ligero.
   Anna cerró la puerta tras de sí, y cuando estuvo segura de que Hans se había alejado, se derrumbó en el suelo llorando con profundo dolor, dejando salir todo aquello que le dolía.

***

   La nieve era densa, pero su poder le permitía caminar sobre ella como si de un suelo de parqué se tratara. Avanzaba siguiendo una sombra que nunca parecía alcanzar. Tal vez no tuviera mucho sentido, pero era lo único que sus ojos alcanzaban a ver.
   De pronto la sombra desapareció y la tempestad pareció calmarse, dejando entre ver en la lejanía algo parecido a un edificio alto. Aligeró el paso y no tardó en distinguir unas ruinas que le resultaban terriblemente familiares.
- No... - dijo con un hilo de voz para si misma.
   Corrió en pos de los heraldos muros derrumbados y descubrió horrorizada la realidad: Su palacio de hielo no era más que un montón de hielo astillado. Una vez en el patio contempló horrorizada las ruinas de lo que había sido su hogar durante los últimos días y del cual guardaba hermosos recuerdos. Retrocedió asustada y algo tropezó con sus pies. Cuando se giró para verlo contempló sus rostro desfigurado y separado de su cuerpo. La cabeza de la estatua de hielo que Jack le había hecho descansaba en el suelo totalmente destrozada. Se arrodilló y la tomó entre sus manos. Era más pesada de lo que parecía. De repente le pareció que le faltaban fuerzas. Ocultó su rostro y trató en vano de reprimir un gemido de tristeza.
   Hubo un breve silencio. Un silencio demasiado incómodo para la Elsa. Con Jack a su lado siempre había algún sonido, pero esa vez ni siquiera las aves la acompañaban. Un grito desgarrador surgió de lo más profundo de su ser acompañado de una gran ráfaga de aire y nieve. Fueron a penas unos segundos y, cuando el eco paró, tan solo los sollozos de la reina rompían el silencio.

- Vaya... Como se han torcido las cosas ¿eh? - una voz fría y profunda interrumpió su rencuentro con la soledad y el dolor. Se volvió hacia ella. Cuando vio lo que tenía delante quedó totalmente paralizada -. Hola, Elsa. ¿No me esperabas verdad? Bueno, lamento no haber podido pedir una audiencia, pero entre este caos... Digamos que no encontré a nadie que me atendiera – una risa espeluznante hizo que Elsa se estremeciera.
   El hombre que tenía ante ella era sombrío, alto y esbelto. De rostro anguloso, sonrisa maliciosa e intimidantes ojos áureos; Esbozó una siniestra sonrisa.
- ¿Quién eres tú? - logró preguntar la reina tratando de no caer presa del terror que ese hombre misterioso despertaba en su interior.
- Aquel al que has llamado. Lo siento mucho, pero no pude llegar antes: Esto de viajar entre mundos es un poco aparatoso. Pero bueno, supongo que eso ya lo sabes – hizo una breve pausa y clavó su marida en Elsa. La reina notó un escalofrío -. Un poco desconsiderado por tu parte hacer esperar a tus invitados ¿no?
   Estaba totalmente desconcertada: ¿Quién era ese hombre extraño?, ¿qué hacía ahí en medio de una ventisca? Y sobretodo ¿cuándo lo había llamado?
- Lo siento, pero no se a que se refiere.
- ¡Oh! ¡Mi pobre reina, siempre tan desconcertada! Me llamo Sombra, y tú me has llamado. Tal vez hace años, es cierto, pero, compréndeme: Tu querido guardián me desterró al olvido y no es fácil salir de allí.
   Al oír la palabra “guardián” la mente de Elsa pareció nublarse y fue incapaz de prestar atención al resto de la frase. Los guardianes, Jack. De pronto y como un soplo de esperanza recordó lo que le había dicho Jack sobre los anillos. La joya todavía descansaba sobre su pecho, solo tenía que ponérselo y Jack volvería a su lado. Solo había un problema: estaba totalmente paralizada. El temor que ese hombre infundía no era normal, parecía que al verlo uno estuviese justo ante su peor temor y te hacía sentir totalmente inane.
- ¿Co... conoces a Jack? - preguntó finalmente la reina con un hilo tembloroso de voz.
- Por desgracia, si. De no ser por él mi vida había sido mucho más interesante estos últimos ochenta años. Aunque no puedo negar que he aprendido mucho en el limbo; Eso de viajar entre mundos es una costumbre muy interesante que se ha perdido, y a mí me parece terrible no atender a la gente que lo está pasando mal, como tú.
   Probablemente esas últimas palabras trataban de sonar amables pero desde luego no sonaban agradables. A cada frase el ambiente y el cuerpo de Elsa parecían congelarse más y más, desconcertando por completo su mente cada vez que fijaba esos ojos dorados en ella.
- Vamos a lo que nos atañe querida – continuó hablando -. No pienses que porque Jack me desterró soy una mala influencia: de hecho debería ser él el que empezara a usar más su cabeza, ¡mira en que lio te ha metido! Y te abandona de nuevo como a un perro. No, eso no está bien. Pero no te preocupes, ya estoy aquí para ayudarte a liberar todo ese poder que te tiene prisionera de tu propio ser.
- ¡Te equivocas! - logró exclamar la reina -. No se quien eres, ni de donde vienes o de qué conoces a Jack, pero si se que desde que llegó lo único que ha hecho es ayudarme ¡No me ha metido en ningún lío, me ha enseñado como salir de ellos, y ahora seguiré lo que empezó para ponerlo todo en orden, con o sin él!
   Sombra pareció sorprendido durante unos instantes, pero pronto recuperó su sonrisa siniestra y arrogante. Se acercó a Elsa y le acarició el cabello.
- ¡Qué bonito! - comenzó con voz serena -. Es como en los mitos griegos: Las dos mitades se han encontrado para ser una. Una pena que tengáis que estar separados otra vez ¿no? . Ambos habéis luchado tanto por no estar solos... Una lastima. Pero mentiría si negara que no me alegro por ello; Ahora que Jack no está, ya puedo acercarme a ti. Yo también he esperado mucho este momento.
   Elsa titubeó, la mirada penetrante de esos ojos áureos le negaba la libertad a sus palabras. De repente notó un cosquilleo que subía por sus piernas y al bajar la vista observó horrorizada como unas arenas oscuras comenzaban a rodear su cuerpo.
- <<¡¡No puedo moverme!! ¿¡Qué es todo esto!?>>
- Elsa, ¿te gustaría ser mi reina? - la joven no podía hablar, pero eso Sombra ya lo sabía, en su rostro se veía que no esperaba respuesta -. Es una verdadera lástima todo por lo que has pasado... y ese poder taaan desaprovechado. ¡Libérate! ¡Únete a mí y se mi reina de las pesadillas! ¿No quieres reunirte con tu hermana? No está pasando por un buen momento, seguro que necesita apoyo.
- A... nna...
- Si... Pobrecita, tan joven... Pero es extraordinariamente fuerte. Tiene un corazón muy puro y no se deja corromper por la oscuridad, pero tú... - soltó una risa maliciosa – Tu llevas albergando oscuridad en tu corazón desde pequeña. Olvida a tu querido Jack, y ven conmigo: Gobernaremos Arendelle, cuidaremos de tu hermana, no tendrás que volver a ocultar tu poder, serás respetada...
- No...
- ¿No? Esa no es una respuesta válida “mi reina”.

   Cada vez que Elsa intentaba zafarse de la punzante mirada de Sombra, observaba con temor como la arena cubría su cuerpo. Fijó su mirada en el anillo.
- <<Unos centímetros. Unos centímetros y podré ponérmelo. ¡Por favor, ayuda!>>
- ¿Qué pretendes? - Sombra adivinó las intenciones de la reina. Desconocía el poder del anillo pero no le apetecía arriesgarse a que algo pudiera suceder, estaba demasiado cerca de cumplir sus objetivos y lo estaba disfrutando. Con una de sus manos arrancó la cadena con el anillo y lo arrojó hacia algún lugar del níveo escenario que enmarcaba la escena mientras con la otra sostenía el rostro de Elsa por la barbilla clavando sus finos dedos en la piel de la reina -. Dile adiós a la opresión Elsa, y dile adiós a Jack. Aunque no lo echarás de menos,te lo aseguro.
   La mirada dorada se clavó en lo más profundo de su ser . Era como si todo lo que era hubiera sido arrancado dejándola con un profundo vacío y dolor en su interior. Pero está sensación pareció desaparecer de repente, y solo el frio y la oscuridad pareció ocupar ese lugar. Oscuridad que cubrió su visión por completo.
   De repente le pereció vislumbrar una llama chispeante y dorada que comenzó a relampaguear cubriendo su cuerpo de energía. Sintió algo extraño; Por primera vez perecía totalmente consciente de su poder y una sonrisa maliciosa de grandeza se dibujo de forma furtiva en su rostro.
   A sombra le gustaba lo que veía.
   Elsa abrió los ojos y su cuerpo parecía arder en deseos de liberar toda su energía y odio. Sombra le tendió la mano de forma caballerosa.

- Es hora de regresar, majestad.

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